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Luego, otro día estas en una cena con amigos de carne y hueso, y resulta que eres la única en esa cena ¡que no tiene Twitter! Y te sorprende que la mitad de los que allá lo tienen, no sabes para qué lo usan, pues nunca han “publicado” algo que aportara valor a quien lo leía… Mas  vas y te unes. Abres una cuenta sobre la marcha, pones una fotografía de perfil y a duras penas recuerdas la contraseña la siguiente vez que vuelves a entrar, año y medio después, que es cuando decides usar tu Twitter con fines más profesionales y vas descubriendo cosas interesantes: las relaciones con tus clientes y proveeedores no son como en Facebook. Aquí no es bidireccional, ni debes pasar el mal trago de que alguien te rechace como “amigo” cuando te has resuelto a pedirle que lo sea. Acá decides tú. A quién prosigo y a quién no, si me aporta su discurso o no, o bien si en un instante dado deja de interesarme y decido dejar de seguirle. Tus seguidores y seguidos, son considerablemente más desinteresados y menos rencorosos que en otras redes sociales. Mas quizá algo más serios y las relaciones menos “estivales” y más profesionales. O cuando menos es lo que he deducido yo.

 

La guerra por conseguir cada vez más clientes del servicio que te sigan acaba de empezar: te “pican”, les retas, te pones objetivos en cifras e procuras alcanzarlos como sea; venga a publicar posts y venga a incluir hashtags para que lleguen a mucha más gente.

 

Eso es algo que tampoco funciona de este modo en Fb, por el hecho de que es la red del “cotilleo por excelencia”: te metes en ella sólo para ver las fotografías de tus amigos (a los que hace unos años que no ves y que en ocasiones viven a miles y miles de kilómetros), las de sus hijos, los vídeos de sus vacaciones esquiando estas Navidades. Cotilleo gratis, lo que os afirmaba. Me encantó una vez que leí en el “estado” de un amigo la siguiente frase: “Si me lees ahora, es por el hecho de que has subsistido a la criba que acabo de hacer de ‘amigos’ en Facebook”. Y creo que por lo que me encantó fue ¡pues lo leía! En Twitter no importa tanto si te dejan de seguir o bien pierdes algún “cliente amigo”, a veces ni te enteras.

 

En Facebook los amigos se reproducen de forma semejante a como lo hacen en tu vida: amigos de siempre y en toda circunstancia –colegio, universidad-, amigos de tus amigos, o bien de “quedadas” y citas que puedes programar ahí mismo e incluso contabilizar el número de convidados (lo cual tampoco te asegura que no se te llene el “chiringuito” cuando todos comiencen a venir acompañados), al tiempo que en Twitter, todo es más moderado y parece que te piensas un poco lo que haces antes de pulsar en “Seguir”.

 

Mas como todo en la vida, las relaciones comerciales en cualquier ambiente (virtual o real) pueden ser o no de calidad, resultan ser buenas o malas compañías y es de este modo como funcionan en el momento en que te aproximas a ellas. Tú decides si te quedas a su lado o si te vas por siempre.

 

Con lo que, si mi lista de seguidores en Twitter es grande o pequeña, relevante o bien insignificante, de ámbito profesional o más festiva, todo depende de mí, de lo en serio que me lo tomo. ¿No va a ser por el hecho de que al final en Twitter, como en la vida misma, aquellos clientes del servicio con los que has construido relaciones que te hacen estar a gusto, compartes cosas en tu cada día, sostienes el contacto con ellos siempre que puedes, deciden seguirte también aquí? Y entonces es cuando asimismo empiezan a comprender un poco más a lo que te dedicas en tu vida personal, y puede que hasta comiencen a tomarte más de verdad y no te vean solo como la “organizadora de eventos comerciales” que siempre y en toda circunstancia has sido para ellos.

 

Conque, trabájate las relaciones profesionales con tus clientes, igual que harías si fuesen relaciones personales. Porque, en el poderoso e renovador planeta de las redes sociales, un cliente es un seguidor, un seguidor, una persona similar a ti y a tu forma de ser y trabajar, igual que un amigo lo es siempre, y te acompaña tanto en la vida real como en la vida digital y te “sigue” donde quiera que vayas

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